Will colgó el teléfono tras un buen rato de hablar con Kami
Todas los fines de semana noches de mensajes por horas y horas. Había días en
que se escribían se decian de todo, pero también había cosas que no se decían
nunca, quizá las más importantes.
Kami
apagaba el móvil y dormía tranquilo, como si en la vida no hiciesen falta más
cosas,. Se abrazaba a la almohada y descansaba. Siempre lo hacía, salvo los
días de tormenta (lunes-miercoles), esos en los que caía en la cuenta de que
los silencios tenían dedos, caricias y deseos.
Kami, tan lejos de Will,
esa realidad se le escapaba de las manos. Podía recordar cada palabra, cada
lunar y pausado esperaba una señal que le dictase por dónde caminar. Por eso
todas las noches del fin de semana marcaba aquel número de nueve dígitos para
que al otro lado Will le desease buenas noches…
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